Quise llorar, no supe si seguir sentada, mi cuerpo era pesado, me dolió el pecho de tal manera que sentí una presión en la frente. Me quedé esperándote, en el lugar en dónde empezó todo y donde siempre nos reuníamos para hablar de lo que nos hacíamos sentir.
Podría asegurar que fui la mujer más triste en toda la plaza, quise llorar fuerte, quise llorar sin vergüenza, me dolía la garganta de aguantar el llanto, no pude tragar mi saliva, lloré en silencio cuando no pude más, anhelé mirarte y decirte lo mucho que te había extrañado.
¿Por qué tu? ¡¿Por qué a mi?!